
Un Nobel para Vidal
En la política chilena, donde la renovación es un espejismo, Vidal es la garantía de continuidad. La demostración viviente de que aquí no se necesitan nuevos liderazgos mientras existan los viejos conocidos.
En la política chilena, donde la renovación es un espejismo, Vidal es la garantía de continuidad. La demostración viviente de que aquí no se necesitan nuevos liderazgos mientras existan los viejos conocidos.
En el país donde vive el ministro Cordero, el fiscal nacional, en agosto de este año, reconoció que “este país cambió, que ya no estamos en la misma situación. Sabemos que las calles no son las mismas que teníamos antes, sabemos que la noche no es la misma que teníamos antes”.
Hoy, la Macrozona sur es el espejo más cruel de nuestra política: muestra un Estado que se indigna mucho pero que actúa poco, que diagnostica en abundancia pero casi no resuelve, que promete en exceso pero cumple a cuentagotas. Un Estado que ha preferido el cálculo electoral antes que la seguridad de sus ciudadanos.
Cuando estos políticos le hablen de valores, principios y convicciones, dude y aléjese se ahí, porque mañana cuando cambie la dirección del viento, también cambiarán esas convicciones, porque en realidad lo único que los hace levantarse en la mañana es encontrar ese espacio donde seguir apernándose y viviendo de la generosa billetera fiscal.
Vallejo y cualquier otra figura o autoridad del gobierno, por cierto, tienen todo el derecho a apoyar a Jara, pero, o lo hacen en su tiempo libre y con sus recursos o dejan sus cargos y se suman, ahora de forma oficial, al comando. Lo otro es querer meter la mano en la urna.
Lo malo para los votantes de Jara en primera vuelta es que la candidata que apoyaron ya no piensa lo mismo que hace tan sólo un mes. Además, no es que piense distinto en algo menor, trivial, ya no piensa lo mismo, en el caso del cobre, sobre algo que siempre ha sido una aspiración de su sector y que es gigantesco, estructural para el país.
El fiscal Cooper venía desarrollando una investigación vigorosa, con variadas revelaciones y múltiples diligencias, muchas de las cuales salpicaron no sólo al protagonista principal de estas eventuales irregularidades, el psiquiatra Alberto Larraín, cercano al presidente Boric y líder de la cuestionada fundación, sino que al gobernador Claudio Orrego, el diputado Diego Ibáñez, entre otros, despertando una más que natural atención de la opinión pública.
Casi como una pulsión demente, los partidarios del Presidente Boric nuevamente están dispuestos a hacer gala de su ignorancia y, peor aún, de la completa indiferencia que les produce que sus actos afecten la calidad de vida de las personas, en especial de los que menos tienen.
Basta mirar todo lo que ha pasado sólo en las últimas dos semanas en nuestro país para advertir que el Presidente simplemente no está.
La ex ministra del Trabajo nos propone como bala de plata para empujar nuestra economía una fórmula que no sólo ya fracasó estrepitosamente en Chile durante el gobierno de la Unidad Popular, sino que es una excentricidad en el mundo.